a blue sky with white clouds

Como barquitos en un vasto océano

La vida puede ser conceptualizada como un extenso viaje en un barco a través de un vasto océano. Cada individuo representa un barco único, moldeado por la historia personal, las elecciones y las experiencias vividas. A medida que avanzamos en este océano de la vida, enfrentamos diversas condiciones, desde mares tranquilos hasta tempestades implacables. Estas experiencias son reflejo de los altibajos que encontramos en nuestro camino, simbolizando los desafíos y las oportunidades que definen nuestro viaje. (Click para Leer)

Noelia Dalbert

5/7/20251 min leer

calm blue ocean photography

Con este texto, te invito a pensar la vida como un vasto océano, con innúmeros horizontes, tormentas, días de sol y calma, momentos de quietud en demasía, olas enormes, olas pequeñas, vientos en contra y a favor, maremotos, corrientes, trombas marinas, aguas profundas, aguas rasas.

Si en ese océano, cada persona es un barco, ¿Cómo pensás que está equipado el tuyo? ¿Tiene motor, velas, remos? ¿Cuenta con un equipo moderno, computadorizado de navegación? ¿O viene con una brújula y un par de mapas? ¿Tiene remos, botes de emergencia, chaleco salvavidas, bengalas? ¿Pensás que se le pueden ir agregando herramientas o ya está, ya es así y esto es lo que hay?

¿Y qué tal sos piloteando?

Muchas veces, no nos damos cuenta de que tenemos que pilotear nuestra embarcación, dirigirla, conocerla, aprender a manejar su equipamiento. Es responsabilidad única e intransferible pilotear nuestra nave, pero muchas veces no lo hacemos, nos olvidamos que somos el capitán y nos dejamos flotar sin rumbo. Es cierto que fuertes embates pueden producir este quiebre y dejarnos momentáneamente paralizados.

Como “No hay mal que por bien no venga”, tal como reza el dicho popular, momentos de parálisis pueden abrir la puerta a que revisemos el rumbo.

A veces el rumbo es correcto, es allí donde queremos ir. Sin embargo, al no saber identificar las corrientes, vientos, mares que debemos atravesar para alcanzar ese horizonte, nos perdemos, por falta de habilidad para el timoneo.

Cuando no es así, y se constata que el rumbo realmente no es ese, es importante desarrollar la suficiente flexibilidad interna para no quedarse apegado al plan inicial y animarse a dar el volantazo. Con cuidado, eso sí, de que en el entusiasmo no nos pesque un viento suelto y se nos ponga en contra.

La vida, como el océano, está en constante cambio y movimiento. Y también, como el océano, no nos ofrece ningún tipo de garantía. Acordarse de pilotear es fundamental. A veces se puede más, otras menos. A veces hay que apagar todo, cerrar las velas y esperar a que pase la tormenta. Pero no hay tormenta que dure cien años y estar conectado con la propia vida es importante para identificar a tiempo corrientes a favor, vientos certeros, oportunidades de acercarse al horizonte, o bien, cambiar el rumbo a tiempo.

07/05/2025

Lic. Noelia Dalbert